28.12.11

Un dardo en el mar.



Hacía tiempo que no pisaba el pub Fingerwing's, tal vez por demasiados recuerdos, no necesariamente malos, sino más bien ebrios y confusos. A decir verdad, sentí cierta nostalgia cuando entré, recordé que era en esas cuatro paredes en las que me había inspirado para escribir Pub Limbo.

Entré con mi amigo Thiago, un viejo conocido al que perdíamos a menudo entre las aguas, me refiero a que su vida transcurría en la mar, desde las costas de São Paulo hasta el Yukón sin pasar por el estrecho de Magallanes. Un hombre de mundo que no disfrutaba con ninguna cosa más que con su gaita y unas cuantas botellas de sidra.

No queríamos pasar la noche entre copas, ni tan siquiera recordar viejos tiempos, simplemente tomarnos la penúltima cerveza antes de irnos a dormir en aquella glacial noche. Se pidió una Guiness y yo una Murphy’s tostada, y en seguida advertí la presencia de la vieja diana donde habíamos jugado años atrás. No tardé en retarle a una partida amistosa entre trago y trago, por los viejos tiempos.

Capté sin querer la atención de un parroquiano de blanca cabellera llamado Frank, que aceptó el reto como si se lo hubiera lanzado al pecho con alguno de los dardos que aún descansaban en aquel vaso junto a la diana, y llamó a su compañero, un canijo rostro pálido con las fosas empolvadas y ojos inquietos (en toda la noche conseguí adivinar si de verdad me miraba a mí cuando me hablaba).

Nos apostamos la ronda y… bueno, ¿para qué enrollarme? salimos perdiendo. Dimos algo de juego, pues la apuesta era al mejor de tres y al menos ganamos la primera partida. Yo tuve una buena actuación, aunque fallé en momentos clave. También acerté muchas veces, ni qué decir tiene.

La moraleja de la historia es… demonios, ni siquiera logro acordarme ahora. Me sentí muy joven jugando con estos dos carcamales de la farlopa, Thiago y yo junto a ellos no parecíamos más que niños con algo de pelusa en el rostro. Pero también me sentí mucho más maduro en el sentido de cómo veíamos cada uno la vida, no entraré en detalles, pero estoy seguro de que no seré como ninguno de esos dos, y no por que vaya a conseguir grandes cosas, sino porque sé que voy a ser feliz. Lo sé. No me lo tiene que decir nadie. No me lo va a tener que decir nadie. Nunca. Tal vez en algún momento de debilidad…

Debería subirme algún día al barco de Thiago y ver la tierra desde fuera. Dicen que todo se ve distinto cuando estás flotando.

23.12.11

Un respiro entre las páginas.


Puede que parezca que he estado ausente, pero no es verdad, un poco sí, pero lo cierto es que he estado ocupado.
He estado escribiendo mi primera carta de amor, aunque aún no la he terminado, pero sé que lo voy a hacer.
También he estado pensando en si la vida es un sueño que parece demasiado real. A mí me gusta imaginármela como que ya conocemos todo, y rebuscamos con una mano invisible dentro de un enorme calcetín a rayas rojas y blancas. Dentro de él están todas las vivencias, lugares y personas; y las vamos sacando al azar. Luego nuestra mente nos engaña y mezcla todas estas cosas para que parezca que las vamos conociendo, cuando en el fondo ya lo sabíamos todo, porque todo es la misma cosa, todo es todo.
De momento también consigo hacer que se duerman el aguador de mis lagrimales, el monstruo verde, el apretar los puños y el chirriar los dientes; bajo el decreto de ¿ES DE VERDAD IMPORTANTE? todo así escrito.
Porque todo va a ir bien mientras tengamos unas pocas gotas de amor como las que llueven siempre sobre mi cabeza, hace tiempo que tiré el paraguas y dejo que me empapen bien.
Tan grande como es la mente humana… y el Universo capaz de albergar millones de ellas… para que haya quien sólo la ocupe en las uves dobles al final de las piernas y en cabrones de brazos verdes. Y me hablan de placer… Placer es observar el ascenso del humo mientras suena Breathe in the Air, Placer es saber que no necesito motivos para sonreír.
Porque la vida es como el bar, el bar no entiende de religiones ni de políticas, el bar está hecho para beber y pasarlo bien.
Con mi amnesia caótica, con mi algo en la mochila, mis etiquetas de Budweiser pegadas con saliva en esas botas… ¡Mira qué botas! ¡Qué guay!
Como los armadillos, que no son ni perros ni escarabajos, nosotros ninguno somos lo que creemos ser. Somos algo más. Y algo menos. Hemos nacido para ser siempre libres. Así que olvídate de este mundo. Tienes que crear otro.

17.12.11

Chasc.


Chasc es un tío sencillo, o al menos eso nos quiere hacer creer. La verdad es que se podría decir que hay dos Chascs.
El primero es el que todo el mundo conoce, un tipo algo reservado, de gustos sencillos como son el deporte en general y el fútbol en particular, el periodismo y la política. Chasc –ambos- es también un apasionado de la música, más en concreto del rap español. Puedo decir que sé algo de rap español, y por eso puedo decir que está tremendamente infravalorado, ya sea por desconocimiento o simplemente porque es una música que no gusta a todo el mundo. La influencia americana en el rap y sobre todo la imagen que los medios nos ofrecen del típico rapero dañan mucho a este género, todo el mundo conoce las canciones más míticas de SFDK, Violadores del Verso etc. pero no muchos veneran el gran valor poético que tienen muchas canciones –aunque contadas-. Chasc conoce ese valor, y ejerce una importante influencia en su persona, aunque más en el segundo Chasc, del que ya hablaré más adelante. Este Chasc –el primero- desde mi lejano punto de vista, y a riesgo de equivocarme, es tal vez algo apático, aunque nunca con sus amigos, a los que apenas puede contar con ambas manos. Es un tipo más bien misántropo, con algunos prejuicios perdonables enfundado en una máscara de ideólogo de izquierdas.
Pero si miramos al segundo Chasc, del que más me apetece hablar, y levantamos esa máscara, vemos que detrás de ella está el mismo rostro, la misma cara de rojo y de revolucionario. Es una persona que siente un gran amor por los suyos, por su familia, sus amigos, su equipo de fútbol. Creo que puede llegar a ser tan buena persona que él mismo tiene miedo, y en cierto modo parece querer esconder esa faceta suya.
Yo conozco a Chasc desde que puse mi culo en la cuna, no lo recuerdo, pero tal vez compartimos incluso noches de pañales meados. Aunque… poniéndome a escribir esto me doy cuenta de que, por mucho que yo crea conocerle, no sé cómo describirlo. Probablemente sea la persona que más se interesa por lo que escribo, sea lo que sea, aunque antes jamás se hubiera puesto a leer cualquier charada que publica un cualquiera en cualquier sitio. Pensaba enviarle esto como carta de admiración, para que sienta que está presente en mi vida aunque siempre nos separen más kilómetros de los que nos gustaría, pero no sé, no estoy seguro, hace un rato, cuando abrí el ordenador en plena noche de insomnio para escribir lo que se me pasaba por la cabeza, tenía en mente un buen texto, una genial descripción de lo que es para mí mi primo, aunque no fuese una verdad absoluta, sino la mía. Eso hacemos los escritores ¿no? Escribir nuestras propias verdades, aunque nos mintamos a nosotros mismos, porque también podría decir cosas malas de Chasc.
Así que, de momento, creo que no voy a mostrarle estas líneas a su protagonista, porque a menudo me asusta abrir tanto mi corazón en una hoja en blanco, por miedo a quien pueda leerla. Si fuese buen escritor no tendría miedo, porque tendría la seguridad de que nadie malinterpretaría mis palabras… pero por ahora sólo soy un estudiante de una carrera que no le apasiona y que procura dedicar el tiempo a producir cosas, crear mundos… con mi inseguridad no quiero decir que me sienta mal escritor, ni mucho menos, es simplemente el convencimiento autoimpuesto de que no soy tan bueno como algunas personas me quieren hacer creer, por amor supongo, aunque claro, eso no significa que no tenga fe en llegar a serlo.
Y si dejo de hablar de mí un segundo, y vuelvo a Chasc… creo que es bastante posible que nuestro camino se junte algún día, pues cada uno de nosotros es una buena influencia para el otro, no creo que hubiera sido del todo la persona que soy ahora si no hubiera sido por él, ya, eso pasa con todas las personas que conocemos, pero me gusta creer que con él es de forma algo más intensa. De igual forma que creo que Chasc es ahora lo que es un poco gracias a mí.
Pero… ¿Qué voy a saber yo? Si sólo soy un pobre terrícola…

10.12.11

El salón de mi sien.


Cabeza, ¿dónde está tu casa? ¿de dónde eres? Yo soy de un país muy pequeño, verde y bonito, con vistas al mar, ahí al norte, donde se respira mejor a pesar de las rocas negras y el humo de las fábricas, donde la lluvia es fina y cruza el cielo todo el año.

Los escasos veinte años que llevo por aquí no me han llevado demasiado lejos, no he viajado apenas, más que para ver tres orillas del trozo de tierra a este lado de los Pirineos, pero mi camino, desde hace algún tiempo, ha hecho un alto para descansar en tal páramo alejado del mar… lo que me gusta llamar el puto centro.

Venía ya con algunas ideas de casa, pero aquí es donde les he dado forma, donde he crecido de aquí arriba-mientras golpeo suavemente mi sien con los dedos índice y corazón-.

Mi vida ha seguido, y la de los polluelos con los que compartí nido y primeras borracheras no ha sido menos. Lo normal desde estos ojos sería volver y que todo fuera como antes, pero miro desde arriba ya, y me doy cuenta de que todas las vidas siguen, todas, contigo o sin ti, o sin mí. No quiero decir que uno desaparezca de ellas, pero como cuando te levantas del sillón cómodo para ir al baño y a la vuelta alguien ha ocupado  tu sitio y te tienes que conformar con sentar tu culo en el apoyabrazos del sofá, la gente vive sus vidas y los que vayan entrando en su salón estarán siempre invitados a ocupar los asientos libres.

No me siento tampoco mal por ello, yo he llenado mi salón también con otra gente, ¡vaya, si lo he hecho! La verdad es que me está quedando un cuarto muy bonito.

8.12.11

Interludio en patines.




Me levanté muy ligero, como en una nube. No me sorprendió salir de mi habitación y estar ya en la calle, tampoco que todos los peatones llevasen patines en los pies. Bueno, realmente esto sí que me pareció lo suficientemente extravagante como para mirar mis pies para confirmar que esa sensación de ser casi diez centímetros más alto no se debía a que yo también calzase un par de esos ridículos patines.

Levanté de nuevo la mirada con una sonrisa, yo también llevaba patines, sí, pero no me sentía del todo fuera de lugar, al fin y al cabo, hasta aquel abuelo llevaba un patín en su bastón como en sus pies.
                
Me deslicé calle abajo por en medio de la carretera, ya que no había coches, sólo gente sentada en sillas de oficina que se empujaba con los pies, zigzagueé entre los lentos vehículos monoplaza hasta lo que parecía ser una taberna irlandesa sacada de una película. A estas alturas no me parecía raro nada de lo que veía, todo el mundo iba con un globo atado a la muñeca, los había rojos, azules y amarillos, pero no de más colores. Incluso creo que llegué a ver a Wally-Ya lo encontré-pensé satisfecho.
                
Abrí la pesada puerta de la taberna, esperaba que sonase la típica campanilla, pero en su lugar sonó un tremendo bocinazo que sobresaltó a todos los viejos y gordos bebedores de la barra. Yo por mi parte protagonicé una espectacular entrada, resbalando con los patines hasta estrellarme contra el frío suelo. Aparte del pequeño susto que hizo saltar sobre sus taburetes a los clientes, nadie pareció darse cuenta de que un muchacho melenudo ataviado con unos patines hubiese irrumpido en el local de tan escandalosa manera.
                
Me acerqué a la barra sigilosamente, ahora ya no quería llamar la atención,  sólo me apetecía una cerveza de las cojonudas, de las que te tiran la mitad de la jarra y la dejan reposar para acabar de llenártela, dejando una espuma perfecta y un sabor más, no sé, más casero, más cálido, más puro.
                
-Jefe, ponme una jarra de rubia.
                
El camarero apenas se inmutó, se movió mecánicamente, se acercó al grifo con el vaso que parecía levar limpiando durante horas, al principio pensé que me había tocado de barril nuevo, ya que al principio siempre sale mucha espuma, pero cuando vi que llenaba el vaso de eso, y me lo servía, me quedé como, en fin, ¿cómo se queda un tipo como yo cuando al pedir una cerveza le sirven una jarra de leche? Espera… Sí, era leche joder. Dios mío de esta no salgo. Me está empezando a entrar la paranoia, piensa a ver… Voy en patines, la gente lleva globos… Todo era raro, pero no lo suficiente para mí, ya me conozco. Quizás…
                
-¡Paul!
                
Sí, un segundo, un momento por favor, ahora no.
                
-¡¡PAUL!!

3.12.11

De la mano de Jane.

Para conocer a una chica no hace falta demasiado sexo.
(...) No quiero que crean ustedes que Jane era un témpano o algo así sólo porque nunca nos besábamos y todo eso ni nos enrollábamos mucho. No lo era. Por ejemplo, siempre nos cogíamos de la mano. No parece gran cosa, lo sé, pero para cogerle la mano era estupenda. La mayoría de las chicas a las que les coges la mano dejan la mano como muerta o creen que tienen que moverla todo el rato porque piensan que si no vas a aburrirte todo el rato o algo así. Con Jane era distinto. Íbamos al cine o algo así y enseguida nos cogíamos las manos y no nos soltábamos hasta que terminaba la película sin cambiar de posición ni darle una importancia tremenda. Con Jane ni siquiera tenías que preocuparte de si te sudaba la mano o no. Sólo te dabas cuenta de que eras feliz. Eras feliz de verdad.

J. D. Salinger
(El guardián entre el centeno)

23.11.11

Ejercicio: Un día en dos mil doscientas palabras.


Tengo que practicar la retención de información en la memoria, y con ello me refiero a recordar por la noche no sólo lo que hice durante el día, sino mis pensamientos en cada momento.
Por ejemplo, y sin ir más lejos, hoy me desperté a eso de las ocho de la mañana, un par de horas antes de lo que marcaba mi despertador, es normal, pasé un buen fin de semana y me noto descansado. Lo primero que recuerdo haber pensado fue en que aún estaba oscuro y que podría volver a dormirme sin problema, pero no hubo manera… se proyectaron en mi cabeza fotogramas de la clásica película que nos imaginamos y que es algo así como un sueño despierto, pero no conseguía concentrarme, así que decidí hacer algo, y ese algo fue ponerme un capítulo de Los Soprano, concretamente el cuarto de la sexta temporada, seguramente me daría tiempo a verlo y después apurar los tres capítulos que aún me restan para terminar de leer El guardián entre el centeno. El episodio de Los Soprano cumplió mis expectativas, incluso me gustaron las observaciones de un viejo con cáncer de laringe vecino de habitación de Tony acerca de la universidad del propio Universo, la negación de la dualidad, los dos boxeadores son lo mismo, dos tornados en realidad son uno sólo, todo es todo. Me levanté una vez hubo terminado y fui a la cocina a tomar algo de desayuno, me llamó la atención que uno de mis compañeros de piso no estuviese en su cuarto, pero pensé que quizá se hubiera quedado dormido en el sofá. No estaba allí, fue entonces cuando caí en la cuenta de que seguramente hubiese pasado la noche con su gumar.  Saludé al gato Canelo, por las mañanas, cuando estamos él y yo solos, es cuando de verdad me cae bien y me gusta tener un gato en casa, ver como se despereza y se estira y todo eso, cogerle, auparle hasta que queda a la altura de mi cara y mirarle a los ojos de cerca para preguntarle qué tal la noche y luego dejarlo de nuevo en el sofá con sus sueños felinos aún parpadeando entre sus bigotes. Me fui a la cocina, cogí una taza, el tetrabrik medio vacío de leche –y digo medio vacío porque quedaban apenas un par de tragos- y la caja de galletas de dinosaurus que me quitan quince años de encima; volví a mi cuarto con todos los víveres y desayuné sin más compañía que la música que sonaba en aquel momento, y las charlas vía facebook mediante ponemos ideas en común para un fanzine literario al que, a falta de un nombre, yo llamo simplemente Pulp. Cuando hube terminado mis seis galletas y mi taza de leche fría, me fui a la ducha, no sin antes soltar a los prisioneros fecales mientras dibujaba un colibrí en la pared junto al retrete. Como tenía tiempo de sobra, me tomé la ducha con calma, incluso me senté mientras el agua caliente bañaba mi cuerpo, no recuerdo muy bien lo que pensé entonces. Yo soy el típico que se pasa más de diez minutos en la ducha pensando en sus cosas, inventando películas y todo eso. Después de enjabonarme el pelo y el cuerpo mientras silbaba Singing in the rain, me sequé, me vestí y fui a despertar a mis otros compañeros de morada. Mateo como siempre se despertó fácil tras un par de toques a su puerta y verme asomar la cabeza por el quicio, como siempre me preguntó la hora, las diez y media, contesté, aún tienes tiempo de ducharte tranquilamente. Me di la vuelta y piqué la otra puerta, la de Rafa, que no se despertó, me asomé como había hecho con Mateo y empecé a gemir como en pleno acto sexual, la verdad es que tardó más de lo que me esperaba en levantar la cabeza para ver qué pasaba, lo más seguro es que con mis gemidos haya alimentado un sueño erótico… visto así me arrepiento de haberlos hecho. Rafa me dijo que no iría a clase, que estaba cansado, le pregunté que a qué hora se había acostado y me respondió que a las dos. Ocho horas no está mal, le dije, anímate. Pero no hizo más que taparse la cabeza con la manta, no insistí, Rafa no gusta de ir a clase. Comencé entonces a hablar con Mateo, mientras se vestía, mientras bajábamos el ascensor… se notaba que aún tenía sueño y que no tenía nada de qué hablar, pero yo ya llevaba casi tres horas en pie, y necesitaba expresar mi felicidad matutina. Cuando salimos del portal vimos que llovía y hacía algo de frío, yo estaba bien, pero Mateo no llevaba más que una sudadera de chándal, le respondí a su mirada con una que decía “vale, venga, sube a coger un chaquetón” y me quedé esperando en el portal. Entró una señora mayor, la saludé, últimamente me gusta saludar a la gente con la que me cruzo, no digo todo el mundo, pero sí los vecinos del portal, el chófer del autobús y todo eso.
No almacené en mi memoria apenas nada del camino a clase, supongo que por ser un acto de pura rutina en la que el cerebro se desconecta y no tienes que pensar para saber qué camino tomar, simplemente caminas y caminas y piensas en cualquier otra cosa. La clase pasó sin más, se pusieron a discutir sobre los fallos de nuestra carrera y yo apenas presté atención, no me gusta escuchar a la gente quejarse si no es por algo que merezca la pena, quiero decir, está bien que se hable de los errores de algo para arreglarlos y todo eso, pero no cuando parece que al que se está quejando de algo tan poco importante le está yendo la vida en ello; justo ayer leí que Adam Smith dijo que el que se toma todo a vida o muerte, muere muchas veces. Al final tuvimos que redactar nuestras propias opiniones, lo hicimos bien, me gustó cómo nos quedó, con lenguaje cultivado pero sin llegar a pretencioso, tampoco cayendo en el enojo, simplemente exponiendo lo que se nos pedía. Terminamos rápido y nos fuimos al Café Clandestino. Mucha gente nos mirará con ojos furtivos y acusadores por pedir pintas de cerveza en vez de café o coca cola, pero, qué demonios, ya pasa media hora del mediodía, demasiado tarde para desayunar, demasiado pronto para irse a casa a comer, y nos apetece una cerveza o dos o tres. Tampoco es que sea beber por beber, ojeé un poco El Norte de Castilla y el Marca, además de adelantar capítulo y medio de El guardián entre el centeno, aconsejé a Iñaki acerca de su dibujo, tal vez deberías hacer estas ramas más rectas, le dije, o intenta resaltar la luna borrando con la goma en vez de pintar su contorno con una gruesa línea negra,  estábamos de acuerdo. Hablamos un poco de todo, salió en la conversación Mozart, Bukowski, Dylan, Salinger… pero no penséis que era una conversación demasiado cultural, más bien de lo que tardábamos en coger el sueño. Txutxi nos invitó a la última, la que cerraba el segundo litro, Mateo iba cada rato al servicio, zarandeando su vaso a medio vacío –y digo medio vacío porque quedaban apenas unos tragos- sin importarle si derramaba algo o todo. Tal vez fuimos un poco más tarde a casa de lo que teníamos pensado… serían las tres y media o así. Teníamos planeado hacernos unos filetes de ternera asturiana de medio metro de diámetro que guardaba en la nevera, pero decidimos comprar una barra de pan y hacernos sendos bocadillos de cecina.

*  *  *

Vi otro capítulo de Los Soprano y dormí una media hora de siesta, o quizá cuarenta minutos, tenía mucho, mucho sueño, pero debía ir a clase de arte, ninguno de mis compañeros de piso tiene esa clase, así que subiría con Iñaki, pero me dijo que hoy no iba a ir (más tarde me enteré de que había quedado con una chavala), así que me enfundé mis cascos y me lancé a la oscura y lluviosa tarde mientras me comía dos mandarinas. Aquí ya tengo los recuerdos más recientes, recuerdo haber pasado bajo el acueducto pensando en una fotografía que me tomó mi padre junto a mi madre en el mismo sitio y en una tarde similar, apreciándose un haz de luz pasando entre los arcos y la fina lluvia que parece niebla, no sé explicarlo bien, pero creaba un efecto bastante tétrico y precioso. Después pensé que me encantaba el humo del puesto de castañas. Subiendo las escaleras de la plaza de Medina del Campo se me cayeron las llaves de la mochila, pues la llevaba abierta, pero un tío de mi clase que también estaba subiendo me avisó y me las recogió, gracias. Entré en clase tal vez dos minutos tarde, la vi muy llena y me pareció que el sitio donde me siento siempre estaba ocupado, pero estaba libre así que recorrí el pasillo y me senté en mi tercera fila, pegado a la pared. La primera palabra que apunté fue Duchamp, pero todo el tema del dadá y todo eso me agota para tomar apuntes, me gusta y todo eso, pero prefiero prestar atención al profesor. Me gusta este profesor, sabe de lo que habla y no lo hace nada mal, tiene esa clave de humor rollo House pero sin ser un capullo, no es como el típico profesor de facultad que va de colega de los alumnos, y se cree uno de ellos, y todos le tratan como a un tío guay, lamiéndole el culo y todo eso. Bueno, el caso es que poco a poco fui perdiendo un poco la concentración, no porque me resultase poco interesante, hacía calor, ponen la calefacción demasiado alta, tenía sueño y me daba la sensación de que las dos chicas  del otro lado del pasillo me estaban mirando, no me atraían, pero me hice el interesante, suena un poco triste, pero no creo que sea el único que lo haga, creo que sólo lo hago cuando estoy solo, si hubiera estado con un amigo cerca ni me hubiera percatado. Poco a poco me fui sintiendo mal, pensé primero que tal vez una de las mandarinas, o las dos, estuviese mala, pero luego lo achaqué al calor, y un poco más tarde me acordé de dos años atrás,  cuando me desmayé en la clase de al lado por un bajón de azúcar, quizás fuera eso, pero lo descarté, había tomado dos mandarinas, y tenían azúcar… me gusta el olor a mandarinas en mis manos, y en las de otra persona, justamente ayer en el tren un tipo se comió una y pensé que un olor tan fuerte puede resultar molesto para cualquiera, pero como asocio las mandarinas a buenas personas, no me molesta en absoluto. Al final decidí salir a tomar el aire, salir para poder sentarme tranquilamente lejos de aquel calor, pero me daba algo de vergüenza, así que hice como que estaba recibiendo una llamada al móvil y crucé la clase hasta la puerta. Los últimos metros fueron penosos, conseguí salir sin llamar demasiado la atención, pero una vez fuera me di cuenta de que estaba más mareado de lo que me había imaginado, subí corriendo las escaleras con el clásico coro en la cabeza del “no llego, no llego”, y justo llegué al retrete donde vomité toda la cecina, todo el pan, y las dos mandarinas peladas, pensé en dónde había ido la piel, pero luego me di cuenta que, de hecho, la había ido tirado en diferentes papeleras a lo largo de mi ruta casa-facultad. Vomité un par de veces más, y me asomé al balcón del servicio, vaya, pensé, no sabía que este lavabo tuviese un balcón así. Me enjuagué la boca, esperé un par de minutos, y volví a entrar en clase haciendo como que volvía a guardar el móvil en el bolsillo, entré justo al final, a tiempo para recoger mi mochila y volver a casa.
Por el camino volví a pasar bajo el acueducto, sólo que esta vez era exactamente igual que en la foto que tenía con mi madre, con haces de luz entre los arcos en la oscuridad de la noche, tenebroso y bello. Fue justo entonces cuando pensé que quizá debería hacer ejercicios mentales de memoria, para poder escribir los sucesos de un día cual novela, para practicar así y luego poder inventármelos. Tengo un cuaderno para apuntar cosas, pero no sería justo que anotase cada pensamiento, cada suceso cada minuto que pasara, no sería justo para mí porque me perdería muchas cosas haciendo esto, ni sería justo para la gente que me rodease, porque, no siempre, pero a veces, merecen toda mi atención. Por eso me he aventurado a ponerme delante de una hoja en blanco y a ir llenándola con todo lo que he ido haciendo en este día desde que abrí los ojos hasta el momento en el que escribiese no ésta, pero sí la última frase. Entiendo que nadie va a querer leerse dos mil doscientas palabras que narren un día en la vida de un servidor, no lo he hecho por eso. Simplemente es un experimento, un ejercicio si quieren. 

18.11.11

Discurso del Sol.

El siguiente texto es un fragmento de Miedo y Asco en las Vegas de Hunter S. Thompson, reformado ligeramente para retratar mis sentimientos durante el auge del movimiento 15M en la Puerta del Sol de Madrid.


            Emocionantes recuerdos de aquellas noches en Madrid. ¿Cinco meses después? ¿Seis? Parece toda una vida, o al menos una Era Básica: el tipo de punto culminante que no se repite. Madrid en mayo de 2011 fueron una época y un lugar muy especiales de los que valía la pena formar parte. Quizá significase algo, quizá no, a la larga… pero ninguna explicación, ninguna combinación de palabras o música o recuerdos puede rozar esa sensación de saber que tú estabas allí y vivo en aquel rincón del tiempo y del mundo. Significase lo que significase…
            La historia es algo difícil de conocer, debido a todos esos cuentos pagados, pero aun sin estar seguro de la “Historia” parece muy razonable pensar que de vez en cuando la energía de toda una generación se lanza al frente de un largo y magnífico fogonazo, por razones que no entiende nadie, en realidad, en el momento… y que nunca explican, retrospectivamente, lo que de verdad sucedió.
            Mi recuerdo básico de esa época parece anclarse en una o cinco o quizá cuarenta noches (o mañanas muy temprano) que me ponía delante del ordenador medio loco y, en vez de irme al bar, enfilaba hacia la plaza de Azoguejo ataviado con una vieja mochila de rebook rosa y una zamarra con el lema de Yes We Camp… y cruzaba con un libro el túnel de Guadarrama bajo las luces de Villalba y Torrelodones y Las Rozas, sin saber a ciencia cierta qué vía tomar cuando llegase al otro lado (aún no me había acostumbrado al metro)… pero absolutamente seguro de que fuese en la dirección que fuese, encontraría un sitio donde habría gente tan entusiasmada e “indignada” como yo: de esto no había duda…



            Había locura en todas direcciones, a cualquier hora. Si no en Sol, por Callao, o hacia abajo, por Segovia… en todas partes saltaban chispas. Había una fantástica sensación universal de que hiciésemos lo que hiciésemos era correcto, de que estábamos ganando…
            Y esto, creo yo, fue el motivo… aquella sensación de victoria inevitable sobre las fuerzas de lo Viejo y lo Malo. No en un sentido malvado o militar; no necesitábamos eso. Nuestra energía prevalecería sin más. No tenía ningún sentido luchar… ni por parte nuestra ni por la de ellos. Teníamos todo el impulso; íbamos en la cresta de una ola alta y maravillosa.
            Así que, en fin, menos de seis meses después, podías subir a un empinado cerro en Segovia y mirar al Sur, y si tenías vista suficiente, podías ver casi la línea que señalaba el nivel de máximo alcance de las aguas… aquel sitio donde el oleaje había roto al fin y había empezado a retroceder.

10.11.11

Lamentos bajo el tráfico.


-¿Sabes?-le dije finalmente al tipo sentado a mi lado-Hay mucha gente ahí fuera que llora y grita y se araña la cara por ser escuchados.
-Yo sólo oigo esa maldita sirena.-me contestó entre trago y trago.
-Joder… ¿acaso tú no tienes nada que decir? ¿no quieres que alguien te escuche?
-Tío… tengo que mear-se levantó y se fue al servicio. No le esperé, por supuesto, dejé el dinero en la barra y salí del pub.

Cabizbajo, con las entumecidas manos en los bolsillos, ni siquiera me di cuenta de cuándo llegó este santo frío. Tal vez tenga razón, pensé, cualquiera puede ser cualquiera, y quizá sólo seamos esfínteres andantes. Quizá los gritos ahogados en la almohada no merezcan ser nunca atendidos.

Hoy las nubes son más oscuras, lloran, y tengo agujeros en los zapatos. Se me mojan los calcetines. Creo que estoy de mal humor hoy. Creo que necesito rebelarme contra algo, hoy. Creo que quiero enseñar el dedo de en medio a todo el mundo y sumergirme en el agua, como en un ascensor invisible. Pero quizás sólo necesite dormir un poco.

Sin cartas de Salt Cave City… un viejo fantasma de Woody Guthrie encogido en aquel portal me lo trae a la memoria, fue una época en la que mi camino se iluminaba con mi propia luz, me salían trabajos, no demasiado buenos, pero los había, después pasé alguna mala racha que otra, con tiempo a veces para sacarme la cabeza del culo. Ahora llaman poeta a cualquiera, y yo soy tan cualquiera como cualquiera que te puedas cruzar por ahí.

No tengo ninguna gorra de caza roja, he perdido mi sombrero. No es que no todo el mundo quiera ser escuchado, es que no todo el mundo tiene algo que decir. Y con esto me refiero a que no quieren o no tienen la necesidad de decirlo.

Si al final tendrá razón, somos esfínteres andantes, pero aquí a la mierda la llamo ARTE.

9.11.11

Miedo y Asco en la consulta de Howard. Parte II.



-Está bien, está bien...- continuó Howard-le diré a Marla que las anule.
-¡Mierda!-exclamé sorprendido por la insensatez de mi doctor-¡Había olvidado a Marla!
-¿Qué pasa?
-¡Que puede descubrirnos, gilipollas! Ahora tendremos que cortarle la cabeza a ella también antes de que nos descubra…
-¿Pero de qué coño estás hablando? ¿Estás loco o qué?
-Dímelo tú, tú eres el especialista.
-A ver-dijo finalmente después de unos instantes de debate interno-le diré que ha terminado por hoy y que puede marcharse, no tiene por qué entrar aquí. Ahora mismo voy.

Y se acercó con paso decidido al hall de la entrada donde estaba la secretaria, no sin antes atusarse el pelo y limpiarse el sudor de la frente. Una vez hubo salido de la sala de espera, yo me acerqué a la puerta para escuchar a través de ella.

-Ho… hola, Marla-comenzó Howard muy nervioso-Eh… ¿Qué tal la tarde?
-Bien, muy bien. Ahora mismo iba a ponerme con los horarios del señor Hammett, la semana que viene no puede venir a la misma hora que siempre y estoy viendo si puedo cambiar su turno por el de otro paciente, seguramente a la señora Valdez no le importará.-indicó Marla a una velocidad pasmosa, no recordaba que hablase tan rápido, aunque quizás sea por la tensión del momento.
-Bien… bien… pero ¿sabes? Puedes tomarte el resto de la tarde libre, ya harás esas llamadas mañana… puedes irte a casa… o a donde quieras…
-¡Genial! Así podré ir a ver aquella peli, la de los sueños, dicen que es increíble…-Oí cómo ordenaba papeles y los iba guardando en cajones-Bueno esto ya está, voy a por mi bolso y me voy. Gracias, Howard.

Fue entonces cuando lo vi, aquel bolso de piel colgando del horrible y retorcido perchero de metal. Lo único que se me ocurrió hacer fue bloquear la puerta, justo al mismo tiempo que oía a Howard ofreciéndose alarmado a ir él mismo a buscarlo. Pensé que sería el doctor el que abriría finalmente la puerta pero me quedé petrificado al ver entrar a la rubia y joven secretaria que no se inmutó de mi presencia ni de la del cadáver que yacía unos metros más allá, por lo menos no se inmutó hasta después de haber cogido su bolso.

Se detuvo con un gesto extraño en la cara, de veras, era como si no le sorprendiera lo más mínimo, su mirada fue del cadáver a mí y de mí a Howard, ambos inmóviles, para volver finalmente al cadáver y, después de unos segundos que me parecieron horas, dejar lentamente su bolso de nuevo en el perchero.

-No voy a preguntaros qué ha pasado-dijo Marla con voz serena-¿Éste es el señor Dood, verdad? No pasa nada, he leído su historial, tenía tendencias suicidas-continuó mientras se agachaba junto a él y le arremangaba la camisa mostrando un brazo lleno de cicatrices-doce intentos en total. ¿Nunca tuvo suerte verdad?-Howard y yo seguíamos paralizados sin saber qué contestar-Lo intentó con gas, pastillas, cortándose las venas, arrojándose por la ventana… ese tipo era inmortal y vosotros os lo habéis cargado de un plumazo-apuntilló con una sonrisa alevosa.
-Marla, por favor-contestó en seguida Howard con un hilo de voz-Tú nos conoces, sabes que no haríamos tal cosa.
-¿Un psicólogo adicto a la marihuana y un borracho con problemas de control de la ira?-se rió-Ya sé que no habéis sido vosotros, pero imagino que no vais a llamar a la policía y me resulta divertido ver cómo os deshacéis de este fiambre.­-añadió mientras le sacaba del bolsillo a Dood su cartera y se ponía a contar los billetes.
-¿¡Qué coño haces!?-exclamó Howard-¡No puedes robarle a un cadáver!
-¡Pásame su reloj!-grité finalmente con el labio mordisqueado tras la presión del momento, con una voz demente y entusiasmada por lo insólito de la situación. Marla me lo lanzó y enseguida me lo ajusté a la muñeca.-Ya puestos…-le dije a Howard al ver su rostro de decepción-él ya no lo va a necesitar-.


6.11.11

Poemas taciturnos esperando al sol.

En cierto modo me gusta la suciedad. No en el sentido estricto de la palabra, lo estricto es serio, me refiero al sentido espiritual de suciedad.
Suciedad significa que ocurren cosas, y nunca se repiten demasiado, se suicidan con gusto para dejara paso a nuevas cosas. La NATURALEZA es sucia y ser limpio es aburrido.
Yo aprendí de los animales antes que a correr. Yo ya me imaginaba historias antes de vivir ninguna. Yo ya gasté muchos bolis, y no sólo eso, también os robé alguno para terminar... esta frase.

*  *  *

¿Habrá de verdad gente en el mundo muriéndose de hambre por su ARTE? Me refiero a ahora mismo. Yo tengo suerte y unos padres que me cuidan como... eso, padres, pero tal vez incluso mejor.
Es todo una locura, ¿de qué viviré yo? y no lo digo desde la vagancia y el parasitismo, lo digo desde el suspiro del artesano inválido en su menester.

*  *  *

El tiempo pasa muy despacio ahora, puedo verme surcando el ya irritante tópico de los ríos de tinta. Veo cada árbol en la orilla, cada tronco muerto atorado entre las rocas fluviales. Si estas líneas no avanzan más deprisa no voy a tener tiempo para llegar al mar, es decir, al final. Es curioso que el final, o la muerte, se relacione con algo tan inmenso. Como la NADA que no es tan diferente del TODO.

*  *  *

Campanas en el templo, como los brindis en un bar. Billy el niño al galope por Nuevo México, hace tiempo que esquivó aquella bala. Cabalga por la tierra de Frisco, de Jack London, la tierra de sangre y ferrocarril. La perrera del dios PRISMA DE LUZ y sólo un par de ojos.

*  *  *

No puedo evitar al cerrar los ojos verme tumbado en un prado orientado al oeste, bajo la sombra de un roble mirando aquellos ojos, castaños y de todos los colores y todas las almas que puedan caber en unos sencillos ojos humanos.

*  *  *

Tal vez sea mejor dejarlo por hoy, parecía hace un rato que era mañana... ¿o era ayer? Da igual, el sol me ha vuelto a alcanzar con los párpados abiertos. Yo pienso que es de mala educación acostarse antes que la luna, que es la única que nos aguanta por las noches mientras la ignoramos.

Línea final, punto.

5.11.11

Curiosidad y cerveza.


-Lo importante es sentirse bien con uno mismo-le dije a Leonard al volver a sentarme a la mesa después de pedir la tercera ronda de cervezas. Es curioso, no recuerdo de qué estábamos hablando antes de levantarme. -¿De qué estábamos hablando?-me preguntó con la mirada perdida tras pegar un trago. Llevábamos una hora escasa en el Hyde Corner, nuestro templo de cerveza, dianas, café y periódicos matutinos.

¿Qué hago aquí? ¿Qué sitio es éste? Me resulta familiar pero… ¿Por qué todos hablan francés? ¿No estaré en…? No. No. Imposible. Me termino esta cerveza y me marcho.

-¿Quieres jugar?
-¿Perdona?
-Si quieres echarte unos dardos, hemos puesto partida para tres y nos falta uno. ¿Te apetece?
-Claro… esta pinta tiene poca conversación.

La barra metálica y brillante. Un personaje con chupa de cuero y camiseta de AC/DC muy borracho dando golpes a mi barra metálica y brillante. Leonard y yo olvidamos sus gemidos y apuramos nuestras copas, el barman está más borracho y no tenemos prisa, yo me había prometido escribir todos los días y no beber en lunes, pero estamos de celebración, amigos, he dado mi primer paso en el camino sin ni siquiera moverme. Quiero sentirme bien conmigo mismo  y para eso me olvido de todo lo que no tiene lugar allá donde iré. Siempre, toda mi vida, he tenido sueños y no objetivos. Ahora tengo un solo objetivo y es el de vivir mis sueños, contento con lo que venga, porque el que-no-venga-nada es demasiado triste, como una tela de araña colgando de todo y nada.

Tenemos una radio sin baterías, y entre ruidos grises se escuchan cuchicheos, sonrisas de payaso y sombreros grandes. Otro trago y otro trago, para acabar solo en una cama que no es mía. ¿Y qué hago aquí? Hace tiempo que Leonard se perdió en la noche, hace tiempo que la noche se perdió en el día. Voy haciendo eses bajo el sol temprano con una sonrisa en los labios por debajo de la que ya estaba pintada. No sé de dónde vengo, y no estoy muy seguro de a dónde voy pero, ojo, tengo esa sonrisa.

SOY DEMASIADO DIFERENTE A LO MÁS PARECIDO QUE HAY.

Quieren que me deje de tonterías y ESCRIBA. escriba algo SERIO. Yo sólo sé lo que me dijo Tom Zé, “¿Por qué esa manía enferma? ¿Esa preocupación por parecer tan serio?”.

Pues, sin tonterías, quiero encerrarme y escribir de verdad. Quiero irme, no para siempre, sólo por un tiempo, y terminar de descubrirme. Que todos mis amigos me envíen cartas, ahora sí que leo lo que ponen las cartas, quiero leerlas, quiero que haya gente que me quiera contar cosas, quiero que haya gente que quiera escuchar las mías. Quiero no poder quitarme nunca esta sonrisa.

2.11.11

Sin título.211.


creo que no entiendo mucho de todo ese rollo de las poses. porque realmente no sé si yo soy real o sólo pose. y gente que parece actuar en realidad están siendo reales. gente real que en verdad está actuando. si poso, por lo menos lo hago también cuando estoy solo, lo que me convierte en real. pero, al ser tímido, mi pose es la de estar quieto y callado. creo que sólo conozco a una persona real. siempre joven.


     escritorio. interior. luz tenue de flexo.
          Veo una caja de cerillas, un mechero, un dado que   marca el 2, una lista de canciones, un sacapuntas, una taza    vacía, un cenicero lleno de las cenizas de anotaciones    quemadas, eso en el lado izquierdo.
          A la derecha, veo un par de chapas de paulaner, un posavasos de glasgow, un ratón, un par de papeles, unos     auriculares, cuatro bolígrafos, un taco de post-its,    escritos de un viejo indecente de bukowski, una cesta con      cinta adhesiva y el menú del restaurante chino gran muralla, eso en el lado derecho.


el resto de la película se la pasó enfrascado en la digital hoja de papel en la que pretendía recoger una bitácora de un un viaje desde el trono de mimbre. apagué la t.v. supongo que al rato apagaría las luces y se iría a dormir.

me gustan los post-its, son como farolillos chinos alumbrando la plaza del escritorio. recordándome, memento, lo que tengo que decir. son como el apuntador agachado susurrándome el resto del guión cuando me quedo en un folio en blanco.

31.10.11

El agua de los pinceles.


Creo que se llamaba Historias del Kronen o algo así. No lo he leído, y apenas puedo recordar bien su argumento… pero ahora me siento así. Una suerte de Sid Vicious que se sienta frente a una hoja en blanco cada madrugada, cuando el Sol aún está soñando con la blanca luna, mientras Sam Cooke nace con un piano junto al río bajo la sombra de un sauce, siempre manchada de luz.

Vivimos una época de estética y maquillaje. Ya no hay tribus, ni señas de identidad. Todos somos todo en el primer vistazo. Y eso es lo bonito… ahora debes conocer a alguien para saber quién es y no funciona el encasillarla en ninguna caterva maldita y elogiada.

Me recuerda al caimán alevín que cría en su lomo alas de mariposa verdes y púrpura y azul eléctrico turquesa y marino, con biseles dorados como chispas de fuego fatuo.

No te pedirán que evoluciones de esta forma, te dirán que  debes ser un fuerte caimán en la máquina, nadar más rápido y comerte a más peces que el resto de caimanes. Pero yo quiero mis alas de colores, y los peces tarde o temprano se comerán a los caimanes.


I got a Black Magic Woman, pero no sé cómo utilizarla. Tengo un humo gris que parecía arena, pero se me escapa entre los dedos y puedo ver como sube por el aire para perderse en cualquiera de las paredes. Tengo un bolígrafo, y tampoco sé si sé usarlo, oí que lo que pinta se clava en el enemigo, no quiero enemigos.

No te bebas el agua de los pinceles, es para regar los lienzos de colores.

No me apetece leer el periódico ahora. Me aburre. ¿Qué recuerdos guardo en mi (aquí, literariamente hablando, quedaría perfecto decir vieja, pero, con permiso del lector, me limitaré a decir que es una joven estantería) joven estantería? Me viene a la memoria Boris Vian escupiendo en vuestra tumba, la orquesta infantil de William Golding temerosa del Cerdo Napoleón de George Orwell. Quizá algún antepasado de Jean M. Auel cazando lagartos de Michael Crichton. Bukowski enborrachándose con Hunter Thompson y Kerouac a la salud de Edgar Allan Poe. Y muchos más tomos que ahora no acierto a recordar.

Me vi antes en una foto, no salgo muy bien, parece que tengo la cabeza sobre los hombros… debe de ser cosa de la obturación o algo de eso. También he de mirar los espejos de esta casa… a mi reflejo ya no le caigo bien y se dedica a imitarme con menosprecio cuando paso por delante. Hace tiempo que no hablamos, quizá desde que descubrí que el coloquio con las proyecciones de mis seres queridos era más nutritivo y le dejé algo de lado.

Me gustan esas calaveras mexicanas, las del bigote y afloradas cuencas oculares. Con laureados y coloridos maquillajes. Se las ve felices, aún muertas. Con tristes sonrisas doradas de dientes. Orquídeas sin vida de cal y yeso. Vasijas que antes fueron colmadas de sueños y que ahora yacen olvidadas.

29.10.11

La muerte del payaso.


se acabó la tragicomedia. se acabó el circo. yo lo he visto. mi maquillaje está reseco y se desquebraja en mi barbilla. ahogo mis penas en whisky y ginebra. el látigo del domador ya no chascará nunca más, los leones no lucharán y los tigres no rugirán. así que… bebamos todos por la muerte del payaso. la adivinadora de fortuna está muerta en el suelo. nadie la necesitará nunca más. el entrenador de insectos está agachado sobre sus rodillas buscando patéticamente a las pulgas fugadas.

así que bebamos todos por la muerte del payaso.


¿y quién era aquél payaso? ¿acaso era yo? tal vez yo sea nadie... y ella la adivinadora de fortuna. o quizá sea el domador que no consigue amansar a las fieras. sé sincera. no tenemos nada que hacer. yo soy el loco buscando pulgas fugadas. yo soy el circo. ¿soy el circo? ¿o ya se ha terminado? el dado no tiene razón. no la tiene tampoco otro trago. ni travis calzado en deportivas nuevas y sigilosas. no tiene razón nadie. son animales. lo somos, sí, no tenemos nada que hacer. estoy atrapado porque quiero irme sin equipaje pero tengo una maleta muy pesada entre mis brazos. una maleta que no quiero soltar. no, nunca. es la pequeña niña india que me pide que busque un libro que prestarle y no encuentro más que sudokus y guías televisivas.

no sería una mentira decir que es la canción más bella y más perfecta que he conocido. la canción más bella que en otra noche de insomnio y tenues luces neblinosas mr. tambourine me tarareó al oído. jamás podrás tocarla con esas ajadas cuerdas de guitarra. me dijo. pero nunca podrás olvidar su melodía. y quizá por eso beba… por la muerte del payaso.

me senté otra vez en el taburete de cualquier bar, con cualquier periódico a la luz de una cerveza. ¿cómo está el mundo? me preguntó mi pájaro AZUL. a él no le importa el mundo. pensé. él es el MUNDO. el mundo no está tan bién. contesté. en el mundo mucha gente espera en el sofá sin trabajo esperando poder poner un plato en la mesa para sus hijos mientras oye en televisión que hay mucha gente esperando en el sofá sin trabajo esperando poder poner un plato en la mesa para sus hijos. y se olvidan de que mucha más gente pierde un hijo cada día. con barrigas hinchadas. y moscas. con los ojos llorosos de no conocer más que arena y hambre. en este mundo hay gente que se alimenta de bits y pantallas táctiles y manzanas mordidas y hace colas por subir otro escalón en la pirámide babilónica de la MÁQUINA. mientras pies descalzos y astillados caminan sobre escombros para encontrar otro trago de agua. no tenemos nada que hacer. el payaso a muerto. tintin ha vuelto. botero engorda a jesucristo. dylan sobrevivirá a picasso. eta en paro. el payaso. el único loco que nos hacía sentir cuerdos. ha muerto. ahora nosotros somos los locos.
cómo está el MUNDO. y mi pájaro aletea impaciente por saber la respuesta. pués no la sé. le susurré. no la sé, compañero. sólo sé que el payaso ha muerto. no me gustan los payasos. no me gustaba ese circo. no me gustaban los llantos entre aplausos ciegos y sonrientes cuando se bajaba el telón. ahora el circo ha muerto y yo sonrío de nuevo.

19.10.11

La pluma sobre Frisco.


Recuerdo en una ocasión, hace muchos años… sí, muchos. Ni siquiera fue en esta vida. Cabalgaba yo por rojas praderas sobre mi caballo indio Frisco, con su cuero blanco tan impuro y bello, impregnado de difuminados lunares grises como las estrellas tristes y de grandes manchas geográficas de color pardo. Entre las negras crines había enganchado cuentas y botones, trenzas verdes, azules, amarillas, y una gran pluma de águila. Que una pluma de águila adorne las crines de un caballo significa para mi tribu grandes honores, pero, y esto es un secreto, lo cierto es que nosotros, Frisco y yo, somos forajidos, desterrados, y nuestra pluma, es robada. Cabalgaba con un veloz galope, cabalgaba para huir. Si nos atrapaban, mi cabellera se colgaría sobre la hoguera ceremonial, y el pellejo de Frisco serviría de alfombra para el Gran Jefe. Aún oigo el rítmico galopar de Frisco, aún lo siento, pero abro los ojos y mi montura se torna balsa de palmeras en un verde mar de furia.  Siento aún el galope en mis oídos, tanto como la sal del agua mojando mi cara, pero abro los ojos y mi caballo tornado en balsa ahora ha tornado en trono de mimbre. Mis dedos se precipitan entre un negro teclado conformando un camino de letras sobre una blanca luz. Parpadea aquel soldado negro, firme siempre aunque fútil. Soy un jinete navegando entre palabras y no logro saber si de verdad estoy aquí. Me alegro de haber robado aquella pluma, no es sólo una simple pluma.




*dibujos propios.

17.10.11

Uno.


por todas esas veces en las que me quedo en blanco y no sé qué más decir. por todas aquellas historias que aún están vivas en mi cabeza y no sé cómo escribirlas. busco no estar solo, pero poder estarlo. abrazar a quien YO quiero sin otras palabras. escuchar. el tic-tac de un reloj que me diga Acuéstate mientras espero que amanezca. no necesito beber. no quiero dormir ni comer. no soy triste. sólo quiero arrancar todos los post-its de mi escritorio para llenarlo de nuevos. ser un viejo en el MAR. y las olas. ceniza en los dedos por otra llamarada. silencio… no, sigue el tic-tac. Acuéstate, ya es tarde. otra línea más, por favor. perdido en la montaña. perdido para encontrarme. tierra. un jinete entre tierra roja en el horizonte. y humo. humo. esbozo una sonrisa porque mi pez se agita. baila. le gustan esas notas. no quiere ni un punto y final más. no más puntos. no más puntos. espera. ¡no esperes! es una montaña blanca, no roja. bajo el cielo azul. sobre un mar verde. ojos y dientes. pero no tengo miedo. ¿por qué? ¿para qué? ahora suenan las burbujas de un MAELSTRÖM. pero no soy yo. no soy yo. no quiero serlo. levántate mañana otra vez y juega con los rayos del sol. como el pájaro verde y azul con pico dorado. con un hacha y una flor. ¡saca tu cabeza del agua! respira. aire. aquellas luces que pululan como polvo. en la gran bahía de mi frente. las puedo ver. las puedo ver. todo es tan hermoso. y ahora recuerdo las palabras que quería. solo que no las diré ahora. seré un cactus sin espinas. tal vez porque yo soy todos ellos. todos los que salieron de aquí arriba. del trastero. ¿o ellos son yo? como el blanco cielo inmaculado. sin estrellas. porque ninguno acaba. ninguno empieza. todos son uno. todos somos UNO.

10.10.11

Réquiem por Neal Cassady


(…) y unos días después me telefoneó Bryan:
         –murió Neal, murió Neal.
         –hostias, no.
         Luego Bryan me explicó algo más del asunto. Y nada más.
         Sí, no había duda.
         Tantos viajes, tantas páginas de Kerouac, tanta cárcel, para morir solo bajo una gélida luna mexicana, solo, ¿comprendes? ¿ves los pequeños cactus miserables? México no es un sitio malo simplemente porque esté oprimido; México es un mal sitio simplemente. ¿ves cómo miran los animales del desierto? Las ranas, cornudas y simples, esas serpientes como hendiduras de mentes humanas que reptan, se paran, esperan, mudas bajo una muda luna mexicana. Reptiles, rumores de cosas, contemplando a aquel tipo de allí en la arena con su camiseta blanca de manga corta.
         Neal, había encontrado su movimiento, no hacía daño a nadie. El tipo duro de la cárcel, allí tumbado junto a una vía férrea mexicana.
         Esa única noche que estuve con él le dije:
         –Kerouac ha escrito todos tus otros capítulos, yo he escrito ya tu último.
         –Adelante –dijo él–, escríbelo.
         Punto y aparte.
Charles Bukowski
(Escritos de un viejo indecente)

8.10.11

La Escalera al Sol.


Me acuerdo ahora de aquella vez en la que me desperté en una tienda de campaña en el centro neurálgico del país, al menos durante aquella época y en Nochevieja. Se me acercó un tipo viejo, y me preguntó que qué tal se pasaba la noche en tal sitio –Pues bien-contesté-algo duro el suelo, pero bien.
-¿Sabes?-continuó-creo que esto está sirviendo de algo.
-Hombre, si tanta gente está saliendo a la calles es que algo está cambiando.
-Y, fíjate, yo tengo 65 años y esto no lo he visto en mi vida. Esto ha despertado muchas conciencias tranquilas, incluida la mía. Desde que todo esto ha empezado los políticos ya no ladran tanto, ya no se ladran tanto entre ellos.

***

Han pasado muchos soles ya desde aquel… muchas páginas de Bukowski, muchas cervezas, Curtis Mayfield en moto, aquél escritor aburrido inventando acertijos en noches de insomnio esperando al sol naciente. Pero nos sentimos bien, como James Brown en campos de Aloe Vera, enfermos de amor con Dylan ¡espera! No mires aún… si veo que te ves en mis páginas no podré escribirlas.

Un galimatías, como cuando me vi reflejado en su espalda y no vi mi rostro sino un desierto inmaculado de pálidas y suaves colinas. Respiraba una brisa. Y aquel otro que se movía demasiado lento, demasiado lento, valiéndose sólo para enhebrar agujas en un cómic de Ultraboy con casco de sandía.

Entonces el futuro es muy turbio ¿verdad? Con todo ese rollo de las naves y los trajes con luces, grabaciones de olas marinas y cartas de amor anónimas, dínamos, Democracia 4.0 y el jinete de la alfombra mágica, roja, para que Mary Anne pueda pasear con su largo y extraño pelo, da igual si por un camino u otro, pues todos llevan al Danny’s Jazz Black Box en cama de agua.

Los hielos, sin embargo, no se mueven cuando giras el vaso, y otra vez My Generation en el baño de cualquier bar, soñando con llaves negras que se pelean en el parque y Howard en la hamburguesería Jamaica mientras me duele la cabeza por la puta ginebra. No, Lorraine no es como en Heart full of Soul aunque así lo haya escrito, craso error, como cuando aquél socorrista se lanzó al agua para salvar a alguien sin haber esperado la media hora de la digestión.

Demencia. Hablamos de bandejas del McDonald’s llenas de sobras y patatas fritas rancias manchadas de kétchup reseco. Hablamos de que es un cabrón el que te pide ayuda en una mudanza y no te invita ni a una cochina cerveza. Hablamos de fútbol. De mi Dios Jäger mirándonos desde el cielo enarbolando sus brillantes astas mientras la habitación desaparece y caigo y caigo…

Me veo otra vez en el bar rosa, Broken Glasses, bocadillos a un machacante. Siempre todo fuera de contexto, como ganarle al váter, ya sabes, cuando después de tirar de la cadena el muñeco sigue ahí con una sonrisa que te dice 1-0.

Nos despedimos con un Hasta siempre, comandante, pero no sin antes discutir sobre si las cosas no son tan fáciles o lo son demasiado. ¡Muevete! ¿Moverme yo? De momento, sólo sé empinar el codo con un algo y llevármelo a la boca, porque los amores de verdad… nunca se cumplen. Lechowski dijo que nunca digas nunca, pero nada es para siempre.

Así que… a estas alturas de la vida, sólo quiero escribir y llenar la barriga, tomarme una cerveza en Tailandia mientras escucho La Escalera al Cielo y me repito a mi mismo que ni los monstruos son tan feos, ni las reinas son tan guapas.

19.9.11

Dios nos odia a todos.

Me gusta imaginármelo de esta forma, algo así como en una recaudación de fondos o un evento por el estilo, lleno de elitistas y personajes famosos del mundillo literario. Un rollo de fiesta de ricachones asquerosos bañados en champagne con el mayordomo de la Presley paseándose con una imponente pirámide de  Ferrero Rocher.

Yo no soy exactamente yo, más bien una suerte de Hank Moody, en tiempos de bonanza, como en aquel relato, Convite, no sé si alguno se acuerda. Tal vez imaginármelo todo así no sea más que una sombra de las ganas de cierto éxito, de querer llegar a esas alturas para demostrarse a uno mismo que no es como aquella gentuza, no sé si me explico, supongo que un poco sí.

En esta fantasía no voy solo, pero a diferencia que en Convite, mi acompañante no es un florero. Es alguien que también tiene éxito en su mundillo particular, quizá tanto o más frívolo que en el que nos movemos ahora mismo. Creo que no haré alusión a este sector para evitar delatarme, ya sabéis, no tiene gracia si esa persona descubre que estoy hablando de ella, aunque, si lo pienso bien, tiene cierto morbo... pero... bueno ¿por dónde iba?... ¡Ah, sí! El caso es... el caso es que en esta fantasía yo soy yo pero algo cambiado, no mucho, no tanto como en Convite, donde la fama y el oro me apartan de mí mismo; pero ella... ella es igual. Por eso me gusta, porque no puedo inventarme un personaje para ella, ella es el propio personaje.

El final de la historia sería más o menos el mismo que en Convite, después de tiempos de apogeo, caída en picado a lo más bajo, lo que viene siendo tocar fondo, y después... supongo que después me convierto en lo que de verdad quería ser.

13.9.11

La Navaja de Ockham.


-¿Qué te pasa, Paul? ¿Sigues pensando en ella?-me preguntó Aurora con sus ojos verdes intentando encontrar una respuesta en los míos, absortos en la tercera botella de König Ludwig. De vuelta en Umbrella Square después de tanto tiempo, pero no estoy triste ni melancólico, ¿por qué iba a estarlo? Todo va bien… sí, todo va bien. Supongo que hay gente como Aurora que parece saber siempre en qué estoy pensando, aunque ni yo mismo era consciente de mis propios pensamientos.
-Pienso en por qué no sé irme de todo aquello, de volver a tropezar con la misma piedra siempre que me sale al paso… pienso en por qué se empeña en ser una piedra.-contesté al final, tras medir cuidadosamente mis palabras.
-A ver, no lo veas así-me respondió-Es mucho más complicado.
-¿Qué sabes de la Navaja de Ockham?-inquirí con desdén, y Aurora se quedó con un rostro vacilante sin saber qué contestar.
A estas alturas de la historia, yo ya estaba algo cansado del asunto. Quizás no lo entendáis, y probablemente ni hoy ni mañana me ponga a explicarlo. Ya en varias ocasiones he dado pistas, pero, no se equivoquen, son pistas falsas, relatos febriles nacidos de un juicio basado en las conjeturas y delirios que flotan en el rechazo, aún aparente.

Acuerdo nº3: “No hagas suposiciones”.

-¿Qué es la Navaja de Ockham?-decidió preguntarme al final, mientras yo seguía con mi búsqueda interior de más vocablos poco frecuentes, decidiéndome finalmente por ser claro.
-Pues que todo es más sencillo que todo eso… joder, si hasta es fácil hacer que las cosas sean complicadas, ya lo estás viendo. Nos pasamos la vida intentando hacerlo todo difícil porque ¿cómo iba a ser esto tan simple? El problema es que no nos fiamos ni del jodido Universo y claro, nosotros no podemos no tener razón. ¿Pues sabes qué? Me he roto la cabeza y no pienso con claridad, nunca lo he hecho. Así que, si todo es tan complicado como dices, procura que no salte al vacío si no sabe dónde quiere caer.

 

12.9.11

El Hombre de Negro


Quisiera hoy escribir algo sobre Johnny Cash, pero no me veo capaz de retratar su vida y su carrera de una manera que no me haga sentir vergüenza por la ignorancia, así que me limitaré a dejar aquí uno de sus vídeos en el que interpreta la canción de Nine Inch Nails 'Hurt', por el gran significado que tiene la letra de Trent Reznor en el contexto vital en el que estaba el Hombre de Negro... cansado, enfermo...

Me lastimé hoy, para ver si todavía siento algo. Me concentro en el dolor, la única cosa que es real. 
La aguja perfora un orificio, el viejo pinchazo familiar trata de matarlo todo pero yo recuerdo todas las cosas.  
¿En qué me he convertido? Mi viejo amigo, cada persona que conozco se aleja al final. Y tu pudiste tenerlo todo, mi imperio de suciedad.  
Te defraudaré y te lastimaré. 
Uso mi corona de mierda en mi trono de embustero lleno de pensamientos rotos que no puedo reparar 
(...)


Porque, ocho años después, aún no hay tumba que pueda albergar su cuerpo.

10.9.11

Pollo al curry.

Era una noche en la que, para variar, me fui con Anthony al barrio francés para cenar y tomar algo. Entramos en el Verre Brisé, no habíamos ido nunca antes, pero sabíamos que se comía y se bebía por unas pocas monedas. La verdad es que no me gustó desde el momento en el que puse un pie dentro, demasiado rosa para mi gusto, por no decir que estábamos a unos treinta grados en la calle y dentro del local la sensación térmica se multiplicaba. No estábamos en nuestro lugar, todo infestado de pijos degustando vinos de baja alcurnia jactándose de ser catadores expertos, sibaritas de pacotilla en bermudas y alpargatas, con sus camisas color pastel y sus colgantes de conchas de mar… en fin, creo que tomaré un poco de pollo al curry y una cerveza para empezar. Tony pidió lo mismo.

-Joder-dijo Tony mientras se palpaba el hombro derecho y el camarero nos abría las cervezas-estoy destrozado.
-¿Y eso?-contesté después de pegar el primer trago de espumosa.
-Hoy he estado ayudando a Frank, ya sabes, mi cuñado, con la mudanza.
-¡Ah, sí! ¿A dónde ha ido?
-Cerca de Argel Point. Me ha tenido cargando muebles todo el día.
-¿Argel Point? ¿Y cómo es que no habéis contratado una empresa de mudanzas?
-Cosas de Frank, decía que así la casa era más suya, como si la hubiera construido él mismo con sus manos de judío… más bien lo único que hizo fue indicarnos dónde dejar las cosas.
-Al menos te invitaría a algo, es lo típico cuando te ayudan con una mudanza ¿no?
-¿Por qué crees que estoy cenando aquí? El cabrón estará llenándose la barriga con el guiso de mi hermana mientras yo como curry barato en el antro más hortera de Nueva Orleans.
-Ya… bueno, no está mal… creo que voy a pedir otra cerveza… ¿quieres una?
-Casi mejor un poco de bourbon para aliviarme el hombro.
-Sí, bourbon… ¿por qué no? tomaré yo uno también.

Me acerqué a la barra y pedí las copas, las pagué junto con la cena y volví a nuestra mesa.

-¿No te sientes solo, Village?-me preguntó en cuanto le di su copa mientras se la llevaba a los labios.
-¿A qué te refieres?
-Bueno, ya sabes… Frank tiene a mi hermana, yo tengo a Bella, pero tú… nunca te he visto con ninguna chica en plan serio. ¿No serás…?
-¡No! ¿Yo? ¡No!-me reí-Sólo que… no sé, no estoy cómodo con pareja, demasiada presión para mí. Y no es que no lo haya probado, una vez viví con una novia que tuve allá en Louisville, pero no funcionó.
-¿Qué pasó?
-Llevábamos unos tres años saliendo, era perfecto. Ella estaba loca. Me encantaba. Nos fuimos a vivir juntos, todo siguió bien hasta que recibió una oferta de trabajo en Omaha. Se fue, sin más, sin consultarme, casi sin despedirse. Quizás por eso nunca la seguí, nunca la llamé. Tampoco lo hizo ella… ¿sabes? Creo que me tomaré otro bourbon.

3.9.11

Trigo introspectivo.

Otra vez siento que me falta algo, que se me ha ido algo.

Algún personaje de estos que ya he usado en varios relatos, al que últimamente no echaba de menos... y ya... pues ya no está.

Vino y se fue tantas, tantas veces... aún tengo más, siempre tendré más, pero es la que realmente presiona mis dedos contra cada tecla para formar cada sílaba, cada palabra... y no se me antoja ahora nada más que estar solo. Solo un rato. Que ningún corazón delator me haga perder los nervios. Que cada resaca sea en la soledad de mi cama con otro folio en blanco... esconder aquél cadáver, escapar de aquella isla...

Creo que soy imbécil... o quizá sólo sea feliz.


29.8.11

Miedo y asco en la consulta de Howard. Parte I.

El otro día decidí asomarme por la consulta de mi psicólogo, el doctor Howard Gilliam, no por nada serio, una visita sin importancia.

Sé lo que estáis pensando, ¿para qué demonios necesita este tipo un psicólogo?, pues, bueno, nada que deba preocuparos... hará un par de meses que mi jefe me lo recomendó amablemente al percatarse de los destrozos que había causado en una noche de guardia especialmente aburrida en la oficina... mera curiosidad científica respecto a la capacidad propulsora de varios extintores enganchados a mi silla de trabajo.

Pues bien, llegué a la sala de espera en el momento en el que el doctor despedía a un paciente con un extraño tic, como si estuviera negando con la cabeza rápidamente todo el rato, otro bicho raro esperaba sentado con la cara pálida y sudando a chorros. Howard me vio y me dijo que yo no tenía sesión hasta el miércoles siguiente, que ahora era el turno del señor Dood. -Tranquilo, Doc-contesté-sólo vengo a saludarte y a contarte una cosa, serán cinco minutos.- Me miró seriamente y me dejó pasar -Cinco minutos-añadió.

-Bien-comencé-¿Te acuerdas de aquella fulana de la que te hablé, Janice?
-¿Tu exnovia que resultó que estaba casada y te dejó tirado en medio de la carretera, largándose con tu coche?
-No, el coche era de su marido... pero ¡sí, esa!
-Me acuerdo. ¿Qué ha pasado?
-Pues estaba yo ayer tomándome un café en Laundry Corner cuando la vi sentada con otro tipo. Estaban compartiendo un batido de esos con nata encima y una cereza, Doc, ¡Una cereza!
-¿Qué has hecho, Village?
-Nada, ya me conoces... les seguí.
-¿Y...?
-Y nada más, están alojados en el Hotel Morrison.
-¿Qué planeas hacer?
-¡No es más que una simple venganza! ¡De buen rollo! Ya sabes... por los viejos tiempos. Aún no se me ha ocurrido nada y contaba con tu experiencia como loquero para que me dieses alguna descabellada idea de alguno de tus tarados.
-Paul... como tu médico te insto a que te olvides de ese asunto, no querrás que te encierren otra vez en el calabozo.
-Sólo fue una noche y no pudieron probar nada y lo sabes. Tal vez...


Un ruido seco en la sala de espera me dejó con la palabra en la boca, nos miramos, desconcertados, y salimos a ver qué había ocurrido. El señor Dood yacía en el suelo con la cabeza en medio de un creciente charco de sangre, al parecer se había golpeado con la mesa de centro donde estaban las revistas. -¿Está... muerto?-pregunté. -¿¡Cómo quieres que lo sepa!?-replicó Howard en un grito ahogado. -¡Y yo qué sé! ¡Tú eres el médico!-. Se acercó con cuidado al cuerpo, como temeroso de que se levantase de una sacudida, puso sus temblorosos dedos en su cuello y me miró con la cara desencajada -Joder... está muerto.-


-¡Maldita sea!-rugí-¡Tenemos que deshacernos del cadáver!
-¿Pero qué dices? ¡Ha sido un accidente! ¿Por qué iban a pensar que le hemos matado?
-¿¡Y yo qué cojones sé!? Ya conoces tu historial, no parece demasiado alocado que precisamente TÚ tengas un fiambre en la sala de espera, se te tirarán encima como jodidos lobos y yo estoy en el ajo. Tenemos que deshacernos de él.
-Tienes razón... ¡Joder, tienes toda la maldita razón! ¿Qué hacemos?
-De momento... de momento tienes que cerrar esto ¿Cuándo viene el siguiente paciente?
-En menos de dos horas.
-¡Llámalo! ¡Anúlalo! Necesitamos tiempo... a ver... hay que sacar al tío este de aquí, conozco a alguien que nos puede ayudar... y hay que limpiar toda esta sangre, eso lo puedes hacer tú, es tu maldita consulta.
Continuará...